Sin duda, fue una experiencia muy bella, por toda la variedad de especies de aves, felinos y demás animales que tenían albergue en ese lugar.
El aviario tiene una historia muy peculiar. El sueño del fundador del nido era obtener un lugar, un refugio para resguardar a toda la amplia variedad de aves que habitan en toda América y distintas partes del mundo, y lo logró.
Pero, lo que me dejó atónito fue el estar a un metro de distancia del ave más bella que haya visto en mi vida: el quetzal. La amplia gama de colores me encantó y es increíble que esta ave esté en peligro por la destrucción de su hábitat, siendo una especie endémica de nuestro país y distintas partes de centroamérica.
La amplia variedad de aves es el resultado de la evolución gradual de un ancestro común que se va reproduciendo y dejando ramificaciones y estas van dejando a los miembros más aptos su entorno para seguir preservando la especie y transmitir sus genes a su progenie.
Recomiendo que este lugar lo visiten en familia o con amigos, vayan con ganas de pasar un rato inolvidable y con el afán de crear esa conciencia de preservar la biodiversidad de especies (como las aves).
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